LOBO I, del lat. LŬPUS íd.

1.ª doc.: orígenes del idioma (doc. de 1057, Oelschl., etc.).

General en todas las épocas; Cej. VII, § 96; común a todos los romances. Algunas aplicaciones especiales: Nebrija registra «lobo marino, pescado: vitulus marinus, phoca; lobo cerval1: lupus: cervarius»; en Colunga llobu «pieza de madera que va en la parte inferior del suelo del carro y sirve para sujetar las pértigues» (Vigón, con fraseología).

DERIV.

Loba [doc. de 1157, Oelschl.], del lat. LŬPA íd.; la ac. ‘lomo no removido por el arado, entre surco y surco’ [«loba entre sulco e sulco: scannum»2, Nebr.; Cej. VII, § 92], no hay duda de que es aplicación figurada de loba ‘hembra del lobo’, pero presenta un problema semántico; en Murcia se dice lobada, mientras que en catalán llobada es ‘el espacio de tierra cerrado por la curva que ha de hacer el surco al encontrarse la reja con un tocón de árbol u otro obstáculo que le impide seguir en línea recta’3, comp. llop ‘nudo que se hace en los tejidos al enredarse cuando los pasan por la máquina de lavar’ (BDC IV, 117), quizá porque el llop o la llobada «se comen» mucha ropa o mucha tierra arable4. Lóbadolobado en los puercos: angina, sinanche; l. en los otros animales: struma», Nebr.]5 es derivado de lobo, con el sufijo átono estudiado por M. P. (Festgabe Mussafia, 396), por comparación de los estragos de este mal, al propagarse alrededor, con el destrozo causado por un animal voraz; junto a lobado existiría *lóbano, de donde lobanillol. en el cuerpo: tuberculum; l. en la cabeça: gangilium», Nebr.; el vocablo existía ya en la Edad Media, pues la forma alterada lobinillo aparece en las Leyes de Moros del S. XIV, y el castellanismo lumbenilho se empleó en un texto portugués de fines del S. XIV; Cej. VII, § 92]6, que aunque se aplica a un tumor indolente, tiene también la propiedad de propagarse alrededor y antes se creía que podía degenerar en cáncer7; del mismo origen es el lat. vg. *LŬPĔA, de donde el cat. llúpia ‘lobanillo’ [con referencia a enfermedad del caballo en la Manescalia p. p. Batllori, S. XIV o XV, AORBB V, 204]8 (> cast. lupia [S. XIII, Libro de los Cavallos, 104.18; 1551, Chacón, Trat. de la Jineta, cap. 14; 1582, Fragoso; Cej. VII, § 92], como término de cirugía en Aut., raro y poco popular en castellano, port. lupa, lúpia9, sardo lúpia, lúbia, lóbia), oc. loûpio «tumeur enkistée» (en glosarios de los Altos Alpes, Gard, Tarn, Bajos Pirineos) (> fr. loupe [S. XVI], aunque no está resuelto el problema de si es la misma palabra loupe ‘lente de aumento’, que en el sentido de ‘piedra preciosa poco transparente’ ya se documenta en 1358)10, it. lupia (¿acentuación?)11; otras denominaciones de la misma familia: oc. loubet o mau loubet, port. loba, lobão, lobinho, corso lupa, lat. médico moderno lupus; han tratado de estos vocablos, además de M. P., l. c., y una nota breve de Spitzer (ZRPh. XLIV, 580-ln.)12, G. Sachs, RFE XXI, 51-5313, y M. L. Wagner, Litbl. XXXVII, 384, y Festschrift Jud, 549-52.

Lobarro ‘lobina’ murc. comp. cat. llobarro. Lobatón. Lobera (ast. llobera ‘sitio donde se guarecen los lobos’, ‘ladronera’, V); lobero. Lobezno [Nebr.], del lat. tardío LŬPէCէNUS, sólo documentado como nombre propio de persona (REW 5169)14; en algunas partes se ha empleado lobato [Acad. S. XIX], particularmente en Asturias (Vigón: llobatu), mientras que en el Oeste de esta región se dice tsubercu o llobeco (Vigón). Lobina ‘róbalo’ [Acad. ya 1869]15, comp. arriba lobarro, y el artículo RÓBALO; Rabelais emplea lubine (IV, cap. 60), y según Plattard (n. 36 de su ed.) así se llama en Nantes el pescado designado comúnmente por bar en francés. Loboso. Lobuno [J. Ruiz]; alobunado.

Cultismos. Lupus (V. arriba, sobre lobado). Lupanar [Aut.], de lŭpānar, -āris, íd., derivado de lupa, que además de ‘loba’ significaba ‘cortesana’; lupanario. Lupino. Proceden del gr. λύκος, hermano y sinónimo de lupus, además de los compuestos abajo citados: liceo [Aldana, † 1578 (C. C. Smith, BHisp. LXI); Lope], del lat. Lycēum y éste del gr. Λύκειον, escuela donde enseñaba Aristóteles, nombre que designaba propiamente el contiguo templo de Apolo, del sobrenombre de este dios, matador de lobos; liceísta.

CPT.

Lobisón ‘licántropo’, arg., urug., tomado del port. lobishomem íd. (dialectalmente lambuzão, -ões), alteración del lat. lupus homo16; para el gall. lobishome, vid. Risco, RDTP I, 514-33. Llopicón ast. ‘planta de hojas caulinarias, grandes y vellosas, cuyo zumo se recomienda para la curación de heridas: crece en terrenos incultos y su tallo produce flores amarillas’ (V): semicultismo, ¿de LUPI CONUS ‘piña de lobo’? Lubricán ‘crepúsculo’ [1580, F. de Herrera; Cej. VII, § 92], entrelubricán ‘entre dos luces’ [1549, Núñez de Toledo], de entre lob(o) y can, porque a esta hora no se puede distinguir entre los dos animales (Cuervo, Rom. XII, 110-2); la r se debe al influjo de lóbrego. Gall. (en muchas partes) lubicán «lobezno, mezcla de loba y perro, muy dañoso» (Sarm. CaG. 231r).

Licántropo, compuesto de λύκος ‘lobo’ y ıνȎρωπος ‘hombre’; licantropía. Licopodio, compuesto culto con ποǢς, ποƌóς, propiamente ‘pie de lobo’.

1 Para la explicación del adjetivo, Sainéan, BhZRPh. X, 61.―

2 Scamnum en latín es ‘espacio de tierra que sobresale entre dos hoyos’.―

3 María A. Salvà, glosario a su traducción de Mireio; BDLC IV, 245; ‘cometer una falta, tener un descuido, al labrar’ o ‘dejar de ir una vez a una reunión o tertulia habitual’ es fer una llobada (Ag.). Se documenta ya en el S. XV: «los qui logats, / humiliats, / obrar volran, / e suaran / en les cavades / no fent lobades, / del divinal / diner real / seran pagats», J. Roig, Spill, 14518.―

4 O quizá por comparación del camino ondulante con la marcha del lobo que merodea de noche alrededor del ganado (comp. fr. marcher à pas de loup ‘silenciosamente’). Quizá debiera revisarse la etimología que todos dan del fr. louvoyer ‘andar en zig-zag’, ‘hacer bordadas’, como derivado del escandinavo lof ‘lado del buque en que da el viento’, pues ir de bolina (fr. aller au lof) no es lo mismo que hacer bordadas, operación en que se presenta al viento tanto el lof como el lado opuesto; además los derivados de lof, como lofer ‘ir de bolina’ suelen conservar la f como sorda. Tratan de loba y lobada, en forma poco satisfactoria, Riegler (ARom. XVII, 434) y Sainéan (BhZRPh. X, 62).―

5 Aunque Covarr., Oudin, Aut. y la Acad. lo apliquen también nada más que a los animales, los autores de comedias pastoriles de principios del S. XVI lo refieren a personas: «llóbado malo me acuda si la verdad yo no os digo», J. del Encina, ed. Acad., p. 304; silabado renal te mate», Lucas Fernández, íd., p. 34; «Adán... / lobado y mala ranilla / hízolo andar de puntilla, / por igualarse con Dios», Sánchez de Badajoz, Recopil. II, 293; Cej. VII, § 92. Más documentación en la ed. de Torres Naharro por Gillet (V. el índice). En cuanto a la acentuación, creo que no ha existido otra que lóbado, a pesar de que Aut. acentúe lobádo, y el diccionario académico por respeto a su ilustre antecesor haya borrado el acento desde 1899, después de haber acentuado lobado desde 1843 a 1884; que los demás diccionarios clásicos no pongan acento no prueba nada, claro está, pero Percivale imprime en 1591 «lóbado: bunches in the flesh, a disease in a horse, called the fashions». El caso es, como observa M. P., que así acentúan los tratados de veterinaria, y en Salamanca, donde el vocablo es muy vivo, y se emplea en diversas variantes, siempre es esdrújulo: (re)lóbado, malóbado, lóbrago, malóbrago; el empleo frecuente en imprecaciones, causa la aglutinación de mal o del prefijo re-. Alóbado en Salcedo, a. 1594 (DHist.). De ahí el derivado lobadado ‘atacado de lóbado’ (Nebr.) o alobadado (Covarr.).―

6 En Canarias nobanillo, Steffen, Rev. de Hist. de La Laguna, n.° 85, p. 93.―

7 Aut., s. v. lobanillo: «se van aumentando con el tiempo infinitamente; son de dificultosa curación»; s. v. lupia: «tumor duro y glanduloso, causado de humores gruessos, los cuales suelen malignamente acedarse, y hacen degenerar al tumor en cancro: y si no se resiste va corrompiendo y paciendo las partes cercanas». Fragoso, ahí citado, dice que son «dificultosas de curar».―

8 El tratamiento de P?- y la metafonía de Ŭ ante ȳ son regulares, de suerte que quizá no tenga nada de culto. Hay variantes mall. llopia (BDLC IX, 291), menorquín llupía [BDLC VIII, 237), Alto Pallars llúbia.―

9 Bluteau cita de la Alveitaria de GalvƟo (1678): «de terem nas estribarías as mƟos assentadas em pedras, em que escorregƟo muitas vezes, nasce abrirem e engendrarem lupas»; de la Cirurgia de Ferreira: «também sƟo de especie de lupia huns tumores que nascem em as munhecas das mƟos e tornozelos dos pés».―

10 De ahí el cast. lupa usual, aunque rechazado por la Acad. Muy extendida la variante popular upa, con deglutinación.―

11 Según la descripción detenida de Tommaseo, que no da autoridades, significa ‘lobadillo’ y también ‘tumor que nace a las caballerías, especialmente en la punta del codo’; en esta ac. se indica el sinónimo latinizante natta, citado también en un texto portugués del S. XIV (nacta). La forma italiana ha de ser extranjerismo o bien cultismo. Tommaseo indica un b. lat. lupia, que Du Cange sólo recoge, en el sentido de ‘lobanillo’, en la narración de los milagros del catalán San Ramón de Penyafort († 1270), pero que acaso perteneció también al vocabulario de la escuela médica de Salerno. Petrocchi recoge además, como término desusado, it. lupa, galicismo.―

12 No hay que pensar en el gr. λοβóς ‘lóbulo’, de significado muy distinto, y no heredado por el latín ni el romance.―

13 Hay que descartar el étimo LŬPզNUS ‘altramuz’, legumbre que a diferencia de la landre y el orzuelo, ahí citados, no presenta analogía de forma, y no explicaría los demás vocablos de esta familia. En cuanto a cavaillo lobado, en doc. castellano de 1364, este empleo adjetivo, si realmente quiere decir ‘atacado de lobado’, no está a la base del sustantivo lóbado, sino que es derivado independiente, aunque procedente del mismo radical.―

14 De ahí supone M-L. que venga también el port. ant. luberno (a. 1253), alent, liberne ‘lobo cerval’, ‘gato montés’, gall. lobemo ‘lobo cerval’ (en la zona al NE. del Ferrol: Xubia y Teixidó, Sarm. CaG. 221r, 231r, 232r, 90v), y del port. se tomarían fr. ant. luberne ‘piel de lobo cerval’ (frecuente desde el S. XIII) y oc. ant. loberna (hapax de princ. S. XV). El vocablo portugués tendría que ser castellanismo (comp. rodízio = rodezno). Quizá tenga razón J. de Silveira al oponerse a esta etimología del nombre del lobo cerval, y suponer que contiene un sufijo -ERNUS; Walde-H. supone un célt. LUPERNO- (I, 836), del mismo origen que el lat. LUPUS, pero reconoce que esta raíz no está documentada en céltico. En realidad se ha visto después que sí existe esto en céltico: ky. llywarn, bret. louarn, córn. ant. louuern ‘zorra’, y ya documentado en la antigüedad por el nombre de persona galo λούερνιος, briton. antiguo Lovernios. Pok., IEW 1179.2-5 y 690.33-42, se decidió en fin a postular un ieur. *LOUPERNOS con sufijo céltico y perteneciente a la misma raíz que el scr. lopāçáɅ ‘chacal’ y ‘zorra’, en persa med. ropas (< *LOUPOK-), ave. raopi íd. (< LOUPI-): se trataría de la raíz del scr. lumpáti ‘saquea, perjudica’, lopáyati ‘hiere, lastima’, lit. laup?ti, letón lupt y laupít ‘robar, despojar, desollar’. Es lícito, pues, volver a la idea de Silveira de que se trate de un celtismo gallego-portugués, pues LUPICէNUS lobezno tiene otro sentido y habría dado indefectiblemente *lobízio en esta lengua; pero el resultado fonético del tipo *LOUPERNOS no podía ser otra cosa que *LUERNO- o *LO?ERNO- en céltico; hay dos soluciones: que el gall.-port. venga de un sorotáptico LOUPERNO- (hermano de dicha voz céltica) ―cf. la existencia de la raíz en báltico― o más bien que el célt. LOUERNO- pasara a loberno con -b- (y no -v-) en portugués, por contaminación de lobo: idea esta última tan convincente que casi se impone. A muchos ha parecido extraño que una endeble bestezuela como el lobo cerval llevara nombre de lobo (así solía decírmelo Joan Sales, que los ha cazado en las montañas de Prades). Acaso el propio lobo cerval, cat. llop cerver, sería también un retoño indirecto de ese indoeuropeo *LOU(P)ERNO-. De todos modos el fr. ant. luberne ha de ser préstamo, y quizá lo sea también en lengua de Oc o en portugués, pues no es de creer que una formación con sufijo tan singular, y ajeno al latín vulgar, se produjera independientemente en los dos países. En lo que Silveira no tiene razón, desde luego, es en negar que el cast. lobezno represente LUPICINUS, SO pretexto de que éste tenía la segunda I larga según los diccionarios. Como se trata de un nombre documentado en los SS. IV y V, nadie puede saber la cantidad por métodos filológicos, y los demás casos de este sufijo (URSICINUS, ROTICINUS), nos enseñan que tenía I breve. La forma medio romanizada Lupéchenus aparece en un códice longobardo de 891 (M-L., Roman. Namenstudien I, 66). Quizá a pesar de todo tenga razón M-L., y el vocablo se extendiera a todas partes desde Castilla por alguna circunstancia comercial que no podemos precisar; aunque es verdad que en castellano no conozco la ac. ‘lobo cerval’, que por lo demás podía desarrollarse fácilmente.―

15 Vid. Schuchardt, ZRPh. XXXI, 643. En Asturias llobina (Vigón) y de esta región vendrá también el llubina registrado por la Acad.; en la Arg. he oído lubina; de ahí quizá el bilb. loina, cierto pescado de agua dulce, que Arriaga vacila en derivar de ahí o del vasco loi ‘fango’. Para la extensión del vocablo, comp. svcr. lùbīn, etc., en Skok, ZRPh. LIV, 202. Ya Azkue (1905) emplea loina como traducción del vasco aburmo ~ aburno, pez de ría, fr. chevesne, blanco y muy espinoso. No está en Acad. 1899, pero sí en el dicc. Manual Acad. de 1950 como pez muy pequeño, de río, voz alavesa y navarra; Azkue lo da también como vasco vizc. y guip. trad. «madrilla, boga, pez de ríos; ablette, petit poisson de rivière à peau argentée» y vco. loira a. nav. y guip.; luego no tiene nada que ver con la lobina ni con el calamar, lat. LOLLզGO, -էNIS, y puede descartarse toda aproximación etimológica con esas dos palabras, pues es mucho más probable derivarla del vco. común loi ‘lodo’. S. v. alborno Azkue lo traduce con duda por ‘brème’.―

16 Para la voz portuguesa, vid. H. R. Lang, ZRPh. XIII, 217-221; para la rioplatense, M. R. Lida, El Cuento Popular Hispanoamericano, p. 24; F. Silva Valdés, El lobisón, La Prensa de B. A., 21-VIII-1942; para la explicación del préstamo, RFH VI, 143n., 236.